06/07/2014
Hay días en los que se debería hacer caso a las señales del destino. Hoy me levanté y llovía a mares; uff me dieron ganas de volver a meterme al abrigo de mi cama. Al final me levanté.
No tenía un buen augurio y aún así seguí adelante.
Llegamos, nos ponemos en faena. Calentamiento con Jacqueline, mi pierna izquierda se resiente. Mi cuerpo está agarrotado. La fuerza y energía de la carrera inundan mi cabeza. En mi mente ya visualiza los 9321 metros que quedan por delante.
Arrancamos. Este año un factor muy importante juega a nuestro favor. No hace sol. No hace calor. No repetiremos los 40 grados de la edición anterior. Incluso la lluvia nos ha dado una tregua.
Mi cuerpo va respondiendo peor de lo esperado. Los primeros km igual un poco rápidos. Intentando mantener el ritmo. Primera vuelta terminada. No muy buenas sensaciones. La idea de renunciar se hace eco en mi mente. No entra dentro de mis principios. Mis hijos se desviven apoyándome. Hay que continuar.
Seguimos. Xoma se une a mi. Venga va, adelante. La gente nos grita. Mariló nos anima. Segunda vuelta comenzada. Aguantando. Sufriendo en cada metro.
Terminamos el km 8 y comienza la última subida. A la vuelta de la curva ya veremos la línea de meta. Lo damos todo. Últimos metros y veré a los míos. Se acabó, 47' después se acabó todo.
Mi pierna está horrible. El dolor se hace eco después de tanto sufrimiento. No obstante estoy muy contenta. Orgullosa de haber terminado. Agradecida por el apoyo y la ayuda obtenida por mi compañero Xoma.
Ahora sólo queda descansar y recuperar. Y fisio.
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