jueves, 25 de enero de 2018

XVIII CROSS de Boborás

Érase una vez que se era una corredora sin cabeza.
Allá que nos vamos los primos en dirección a tierras carballinesas. Madrugamos para participar en la que se ha convertido en una carrera que repetimos todos los años. Le tenemos un especial cariño quizás porque es diferente a todo lo que acostumbramos a correr durante el resto de la temporada, quizá por el avituallamiento final (el chocolatito calentito tira mucho) o porque siempre cae algún trofeo. Jajajaja.
Aquí estamos,  en medio de numerosas caras conocidas, con la ilusión de siempre y fuerzas renovadas.
Arrancamos... Miguel deberá dar 4 vueltas a un circuito hasta completar un total de 1500 metros. Este año pénsabamos que igual ya iría al monte, cosa que no me hacía ninguna gracia porque la posibilidad de que se hiciera daño se hacía eco en mi cabeza (mamá super protectora). Debo confesar que me sentí aliviada cuando se desveló la opción B. Jajajaja. ¡Pobre!
Y así fue su carrera de protesta, enfurruñado de principio a fin volvió a cruzar la línea de meta sumando otra más. Se quiere hacer mayor a pasos agigantados, se me escapa de las manos su niñez para dar paso a mi pequeño hombrecito que tiene objetivos de ensueño.
Después llegaría el turno de la quejica de la familia. Todo son dudas para Ánxela antes de cada carrera. Se agobia aunque sin motivo porque es una gran luchadora, cualidad que va unida a esta familia. Una vez terminados sus 4500 metros (ella sí por la montaña) se habría hecho con un merecidísimo primer puesto en su categoría. ¡Muy bien! Gran carrera.
Después, un pequeño respiro, aproveché para calentar motores en compañía de tres grandes personas, Paloma, Sonia y Samuel. Fotito precarrera y sin más dilaciones al punto de partida.
La mañana acompaña, no hace el frío al que nos tiene acostumbrados esta carrera. Incluso la lluvia nos da una tregua.
Allí estamos todos, expectantes, impacientes, atentos, con el dedo preparado para activar el crono del reloj...
Cuenta atrás, tres, dos, uno...
¡¡¡Vamos!!!
El recorrido es conocido, sé que hay varias cuestas, también sé que hay unas bajadas que se agradecen muchísimo después de la dureza de las primeras. Se trata de ser conservadora, igual lo fui de más, es muy probable que sí pero también he de decir que la disfruté mucho más que en otras ocasiones en las que iba al límite. La he vivido. La he sufrido, ha dolido, claro que sí, tampoco se trata de ir de paseo, pero en esos momentos de dolor había una cara conocida que te alegraba el momento y te arrancaba una sonrisa. Corredores, compañeros, fotógrafas, que están ahí y no sabéis hasta qué punto sois importantes.
Bueno, pues zancada a zancada todo iba sumando y restando al mismo tiempo haciendo crecer mi autoestima. Lo he conseguido. Está hecho. Una carrera más, 7500 metros que no se han resistido. Jajajaja.
Me llevo un gran recuerdo de este momento. Alegría sin fin al ver a mi gente en esa línea de meta.
Os puedo asegurar que son lo mejor. Sin ellos nada sería lo mismo, nada sería posible.
A ellos, a toda la gente que me apoya, que me aconseja, que aguanta mi día a día, que he de admitir que no es nada fácil... ¡¡¡Un millón de gracias!!!
Agradecer las buenísimas instantáneas de Mónica, Marian y Ánxela y sobretodo esos super ánimos que me brindasteis.
Al final... Chocolatito caliente y que me quiten lo corrido! Jajajaja.
Nos vemos. ¡¡¡Momento de crosses!!!
¡Un besazo enorme para todos!




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